He pasado los últimos días encerrada en mi propio mundo, coleccionando recuerdos en una cajita de zapatos. Tengo lleno un sobre con los abrazos que no pude dar, una bolsa donde grité las palabras que no pronuncié y un pañuelo con las lágrimas que secuestraron a uno de mis mas grandes egos.
Me doy cuenta que después de tantas cosas, nunca volví a estar bien. Me ví asfixiada por mis propias ideas y terquedades. Suelo disfrutar de un buen atardecer (cosa que me hace estar tranquila, recuperar la paz) pero no puedo dejar de pensar en algo en particular. Hice a un lado un pasado terrible y me angustié después por una historia que jamás podrá ser.
Poco a poco me doy cuenta de ciertas verdades de las cosas raras que me van sucediendo. Soy demasiado vulnerable ante algunas circunstancias y ante algunas personas. Y aunque en ocasiones odio ser así... sigo dejandome llevar por esa marea de emociones y por las cosas que pasan alrededor.
Porque estoy segura que nadie puede verlo como yo, desde esta perspectiva, porque es difícil descubrir emociones en el aleteo de una abeja o la ilusión en una mirada perdida. Descubrí que no tiene sentido creer que todo tiene una razón de ser. Simplificarlo todo a un algoritmo y verlo todo de manera plana, objetiva, dogmática ni estadística.
Quiero seguir sonriendo al ver el cielo, sorprenderme con una fogata, sentir mariposas en el estómago con un sms y creer que algún dia, se le dará tiempo a la razón. Por ahora, evitaré seguir de necia buscando lo que quiero y dejando a un lado lo que necesito, dejaré de renegar por la amplía la distancia entre su boca y la mía y pondré gps a mi vida para ubicarme de una vez.
Por mucho tiempo fui una luz apagada, hasta que alguien [creí que] me vió… mas ya es hora de soltarse de tales espejismos y tonterías; sin embargo, que sea el corazón el último en envejecer, el último en morir, total, por un instante pude ver el camino y ya es mi opción continuar el viaje a solas.
Vivamos la vida
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